Los equipos de alto rendimiento comparten un objetivo común, logran la integración de soluciones ante los obstáculos que se le presenten y aprenden juntos a resolver problemas de alta complejidad en tiempos cortos, teniendo una buena relación y el estar motivados.

Los miembros de un equipo de alto rendimiento no buscan sobresalir individualmente, se centran en el objetivo común y aceptan la responsabilidad en conjunto, tienen buena interacción, no pierden tiempo en conflictos, por el contrario, los evitan porque tienen capacidad de escucha.

Cada integrante aporta y hace lo necesario para lograr las metas en equipo, tiene claridad sobre las tareas de los demás miembros, lo que ayuda a la toma de decisiones y a tener confianza en el otro. Cada miembro es consciente de sus habilidades y de sus limitaciones, así como las de sus compañeros.

En la formación de estos equipos se tienen reglas comunes, acuerdan cómo tomar decisiones, en qué momento, cómo es la comunicación y como se ejecuta el trabajo.  Con ello tienen mayores posibilidades de generar valor y flexibilidad para adaptarse a cambios, abonado que son dirigidos por gerencias o lideres que son muy buenos e inspiran y logran que las personas hagan cosas con valor, no porque les dan órdenes o es autoritario, sino porque creen en él.

Inspirados en la metáfora del árbol de alto rendimiento, este debe tener raíces sólidas que soporten su estructura y su crecimiento.  Las raíces son los valores: compromiso, foco, apertura, respeto y coraje y si estas son fuertes, alimentan al árbol con lo que puede crecer más recto y más alto.

Los equipos de alto rendimiento y sus integrantes son: 

  • Viven en un mundo constante de desacuerdo constructivo.
  • Son autoorganizados, en lugar de basarse en roles o cargos especializados.
  • Están empoderados para tomar decisiones.
  • Tienen la creencia verdadera de que como equipo pueden llegar a resolver cualquier problema
  • Están comprometidos con el éxito del equipo y no consideran llegar al éxito a cualquier costo.
  • Son dueños de sus propias decisiones y compromisos. Están motivados por la confianza y no por el miedo o por la rabia. 

Ph.D. Emilio Turcios para NBS

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